Las Rutas del Iberá

La Ruta de los Mariscadores

Los mariscadores eran los recolectores de cueros y plumas que vivían cazando en el interior de los esteros hacia el 1900, motivados por la fuerte demanda de pieles que determinaba la moda europea. Eran criollos adaptados a vivir en forma nómade arriba de una canoa a botador, pernoctando en pequeñísimas islas donde armaban sus ranchadas de "piri" –parecido al junco– y saboreaban algo algún guiso con carne fuerte "de bicho". Podían pasarse meses recorriendo los arroyos y lagunas del interior de los esteros poniendo trampas o cazando con fija (lanza), ayudado por un pequeño perro que arreaba los carpinchos al agua. En este mundo eran pocas las mujeres, aunque las había, esperando en esas minúsculas islas dedicadas a las tareas domésticas y el cuidado de pequeños cultivos. Aún quedan cuatro o cinco de estas familias muy adentro del estero, en un entorno de carpinchos, canoas y garzales, afrontando las crecidas y la crudeza del ambiente.

Adentrarse hoy a ese mundo es posible si uno se acerca al Paraje Carambola, navegando desde el Puesto de Felipe o arrastrado por una "canoa trineo" desde el Puerto Carambola (entrando por el Portal Concepción). Si se tiene espíritu aventurero, se puede ir navegando más allá y llegar hasta el Paraje Ñupi o incluso Yahaveré. La navegación no es difícil y no se necesita ser deportista, solo curioso y abierto a descubrir un mundo que hoy parece salido de las páginas de un cuento de los exploradores de las Américas, como Félix de Azara o Alcide d'Orbigny.

Se puede dormir en Concepción y hacer un paseo por el día, o pernoctar en la casa de los antiguos mariscadores en alguno de los parajes, recorriendo con ellos las rutas que aún perduran abiertas y rememorando sus aventuras. Salvo cazar, todo el resto está vigente y es el auténtico Iberá de hace más de un siglo.

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