Introducción

"Corrientes Vuelve a Ser Corrientes" es el título de una campaña realizada por CLT para fortalecer el orgullo de los correntinos sobre su naturaleza, cultura e historia. Distintas piezas de comunicación como posters, gigantografías y afiches en transportes públicos son parte de esta campaña. Sus pilares principales son cultura, naturaleza y orgullo, y se pueden ver en esta galería de la campaña:

La Historia del Iberá

Desde los tiempos de la colonización, Corrientes fue un lugar de encuentro entre la cultura guaraní y la europea. Los jesuitas conjugaron modernidad y tradición, fe católica y creencias guaraníes, y ese espíritu se ha mantenido vivo en Corrientes.

Grandes exploradores de los siglos XVIII y XIX se adentraron en estas tierras estereñas, como Félix de Azara y Alcide d´Orbigny y describieron al Iberá como un Paraíso Natural.

Durante la primera mitad del siglo XX, con el crecimiento de la industrialización y del comercio global, Iberá sufrió un sostenido proceso de degradación ambiental y tanto sus paisajes como su fauna fueron diezmados durante años.

A tal punto fue la depredación del humano sobre el ambiente, que a mediados de la década del setenta se extinguieron especies emblemáticas como el tapir, el yaguareté y el venado de las pampas debido a la caza indiscriminada para vender sus cueros en el mercado local y foráneo. Fue un proceso único de defaunación en el norte argentino, cuyas consecuencias fueron nefastas para el Iberá como ecosistema. El guacamayo violáceo y el rojo también desaparecen de Corrientes y el violáceo luego se extinguió por completo, en todo el mundo. El oso hormiguero gigante, el pecarí de collar y el lobo gargantilla, también corrieron la misma suerte, desapareciendo de Iberá y de toda la provincia de Corrientes.

Con la mal llamada “modernidad”, los saberes ancenstrales de hombres y mujeres del Iberá fueron vistos como algo marginal, símbolo del “atraso” y que había que erradicar. El mencho, trabajador de los campos correntinos, y el mariscador de los esteros pasaron a ser lo más bajo de la sociedad. Sus habilidades y conocimientos fueron despreciados y se fueron perdiendo, como muchas de las técnicas de las artesanías e inclusive del propio idioma guaraní, que las nuevas generaciones habían dejado de hablar. Incluso la construcción local (el rancho de piri) fue reemplazada por otras (cemento) menos eficientes para el clima correntino y, además, desprovistas de toda identidad.

En 1983 se creó la Reserva Provincial Iberá y este proceso comenzó a revertirse. Distintas personalidades del Iberá comenzaron a defenderlo para evitar que desapareciera por completo. Comenzó a surgir el ecoturismo y la revalorización de saberes antiguos que se habían dejado de lado, como el conocimiento profundo del estero y su fauna, para ponerlo al servicio de turistas que buscaban una experiencia sincera y profunda con la naturaleza. Así, los que antes eran mariscadores cazadores, pasaron a convertirse en el primer cuerpo de guardaparques del Iberá y gracias a ellos la fauna comenzó a recuperarse: ciervos, carpinchos y yacarés, que casi habían desaparecido, comenzaron a verse de nuevo en las cercanías de la laguna Iberá y se convirtieron en un fenomenal atractivo para el turismo, motor del desarrollo local.

En el marco de este proceso se abrieron las primeras hosterías, comenzaron a llegar cada vez más turistas, y diversas ONG se sumaron al trabajo del rescate del Iberá. En 2007 se trajeron y liberaron los primeros osos hormigueros, con la idea de lograr una repoblación que con el tiempo demostró ser exitosa ya que en la actualidad hay más de 50 ejemplares viviendo en libertad. En 2009 se inició el mismo trabajo con el venado de las pampas, con idéntico resultado.

Al mismo tiempo que se realizaba este trabajo con la fauna, se abrieron 10 portales turísticos de acceso al Iberá con la idea de que cada pueblo de la cuenca tenga su oportunidad de desarrollo y de generación de empleo, a través del ecoturismo.

Hoy, ya entrados en el siglo XXI, el Iberá representa una oportunidad única para reivindicar la naturaleza y cultura del estero. Entre todos es posible conseguir un Iberá donde el mencho, la producción ganadera y las tradiciones compartan un espacio con el turista, fomenten el desarrollo local y hagan que el Iberá vuelva a brillar para que Corrientes vuelva a ser Corrientes.